Wednesday, June 16, 2010
The great lettuce free for all.
Our supermarkets in the smaller towns are full of bottles and tins and packets of foods, much of it imported. In or near the big towns like Caracas and Valencia, you will find in the markets, large areas of open fridges containing frozen fish, peas, mixed vegetables, smoke salmon (my favorite, just in case you are passing through). One day maybe you will even find frozen T.V dinners. But at this moment, locally, we have a fine new vegetable market with a bank of eight big top loaded fridges, full of packeted frozen fruit pulp. Not that it benefits the store because of my sampling I found most of it bad. How much more useful it would have been if it had contained smoked salmon or TV dinners. But I digress. The fact is that this is a most excellent store. The owner has set a standard. He vows that all his produce (he sells fresh fruit and all kinds of vegetables) will be only of the highest quality. No potatoes with shovel marks or cauliflower with black centers. No cabbages with yellow leaves and the point of my story, only the freshest of crisp lettuce. The lettuces are cleaned almost down to the heart. This results in a great pile of good quality, human edible lettuce leaves. The owner happened to discover my work with monkeys and offered these leaves, free of charge at anytime I wish to collect them. This is of course a great piece of good news. We buy many lettuces every week to supplement the leaves that we bring in from the forest. This is going to be a good saving in our weekly monkey food budget. I came home today with two very large sacks of lettuce leaves. We washed and distributed a good portion of it and as you can imagine the children went crazy for it. We have been promised a weekly supply by the market and we are very happy to receive it. Our picture, showing Lucio, Monito and Jaco, and a big pile of lettuce, the picture is not our usual standard but we had to be quick before all the lettuce disappeared. This scene was repeated in all our enclosures. Nothing could be heard above the steady munching of crisp lettuce leaves.
Miércoles, 16 de junio de 2010
Lechuga gratuita muy buena para todos.
Los supermercados en las ciudades más pequeñas están llenos de botellas, enlatados y paquetes de alimentos, algunos de ellos importados. Cerca a las grandes ciudades como Caracas y Valencia, se encuentran los mercados, con grandes áreas de frigoríficos abiertos que contienen el pescado congelado, guisantes, vegetales mixtos, salmón ahumado (mi favorita, por si acaso usted está de paso y lo ve). Un día, quizás incluso encontrar comidas congeladas rápidas. Pero en este momento, a nivel local, tenemos un mercado surtido con verduras con un banco de ocho grandes frigoríficos cargados hasta arriba, lleno de pulpa de fruta congelada empaquetados. El hecho es que esta es una tienda muy buena. El propietario ha establecido un estándar. Él promete que todos sus productos (frutas frescas y todo tipo de verduras) serán sólo de la más alta calidad. No hay papas con feas marcas o coliflor con el centro negro, ni repollos con hojas amarillas y puntos negros, sólo lo más fresco en lechuga. Las lechugas se limpian casi hasta el corazón. Esto se traduce en un producto de buena calidad y muchas hojas de lechuga comestibles. El propietario descubrió mi trabajo con los monos y ofreció estas hojas, de forma gratuita en cualquier momento que yo quiera recogerlas. Esto es por supuesto una buena noticia. Compramos muchas lechugas cada semana para completar las hojas que traemos desde el bosque. Esto va a ser un buen ahorro en nuestro presupuesto semanal de alimentos para los monos. Llegué a casa hoy con dos sacos de gran tamaño de hojas de lechuga. Lavamos y distribuimos una buena porción de ellas y como se pueden imaginar los niños se volvieron locos con ella. Se nos ha prometido una entrega semanal por el mercado y estamos muy contentos de recibirlo. Nuestra imagen, Lucio, Moñito y Jaco, con un montón de lechuga, el panorama no es nuestra costumbre, pero tenía que ser rápido antes de que todas las lechugas desaparecieran. Esta escena se repitió en todos nuestros recintos. No se oía otra cosa que no fuera lo crujiente de las hojas de lechuga mientras las comían los monos.