Monday, August 23, 2010

Your place or mine?




No new pictures for a little while. My camera is broken. So perhaps this is a good opportunity to talk about a serious matter. When I began this work of providing shelter for howler monkeys some twelve years ago, life was very different. First of all there were only a few monkeys needing care, maybe five or six at the most. The cost of vegetables and milk and bananas, which are the basic foods, was low. There was no need to ask for donations to support the children. I was able to afford their upkeep. In this happy state I did not question the motives of the people who brought their monkeys to me. When MonaLisa was brought to me without as much as a blanket for her to sleep on at night and then never an enquiry as to her wellbeing, I simply shrugged and thought what a sad person has brought her here. What I should have thought and again many times over as the years have gone by is, ‘This person has dumped their responsibility on me’. This monkey bought on the roadside, without the concern that taking on the life of a small monkey entails. We often say that a monkey is not just for Christmas but the thought should not end there. The monkey may live, depending on its type, for twenty five to forty years. When the monkey is small and cute and as the owner receives admiring remarks concerning the little red ball of fur, then nothing is too much trouble to care for the child. The mere thought of parting will bring copious tears. However once the little ball of fur is no longer quite so tiny or has bitten some family member or has terrorised the neighbours with a sudden appearance, then the heartbreaking idea comes about how to get rid of the monkey.
I cannot count the number of ex owners that I have counselled when the tears of parting have been too much. To the point where several people have actually taken their monkey away with them having first intended to leave the monkey in my care, tears streaming from their eyes. They always, return with the monkey. One lady, with her boyfriend, told me that the boyfriend had told her, ‘It’s me or it’. So much for IT.
Times have changed. The price of food and maintenance has increased incredibly and I can no longer afford the cost of running the shelter without some help. The number of monkeys has increased to twenty. We are also caring for seven Capuchin monkeys. It was never our intention to shelter Capuchins as their needs are very different to the Howlers. They need a great deal of additional care as their dexterous little fingers give rise to security concerns. The decision to house a limited number of capuchin monkeys has been in part caused by the closing of the ARFA facility. But when I look at their frightened little faces I cannot turn them away. I believe that the increase in the number of people wishing to bring their monkeys to us has been caused by people wishing to leave Venezuela. In many cases they have abandoned their pets to the street including monkeys. We have two babies abandoned in the streets of Caracas in our care.
A worrying characteristic has emerged. I have been very happy that some owners continue to visit their monkeys even though, sometimes this entails long journeys. But as time goes by and the monkey gets older and yes, bigger, these visits gradually tail off until they cease altogether. I sometime look at some of our older monkeys and in particular the Alphas like Schatov, Lucio and think, ‘your house or mine’. How would the owners like a massive, ferocious looking monkey in their living room? After all they bought it and without me that’s where the monkey would be living.
The answer is not very painful. I will continue to feed, provide a clean comfortable and loving environment for the monkeys. I will even forgive some of the owners for their lack of ongoing care.
In return I want them to make a regular and reliable monthly donation. This is the only way I can continue to do what I do. Asking me to care for your monkey is a responsible thing to do but you have to back it by providing regularly for his/her welfare.

Lunes 23 de Agosto de 2010

“Tu lugar o el mío”

Por un tiempo no van a ver fotos. Mi cámara se daño. Así que tal vez esta es una buena oportunidad para hablar de un asunto serio. Cuando comencé este trabajo de proporcionar refugio a los monos aulladores hace unos doce años, la vida era muy diferente. En primer lugar sólo había unos cuantos monos que necesitaban atención, tal vez cinco o seis a lo sumo. El costo de las verduras y la leche y los cambures, que son los alimentos básicos, eran baratos. No había necesidad de pedir donaciones para mantener a los niños. Tuve la oportunidad de poder pagar su manutención. En ese tiempo no se puso en duda los motivos de las personas que trajeron a sus monos al refugio. Cuando Monalisa fue traída aquí, sin ni siquiera una manta para dormir en la noche y después nunca recibimos una llamada telefónica para preguntar por su bienestar, simplemente me encogí de hombros y pensé que una persona sin sentimientos la había traído aquí. Lo que he pensado una y otra vez, muchas veces con los años que han pasado es, "Esta persona ha vertido su responsabilidad en mí». Este mono que compró en la carretera, sin la preocupación del cuidado que un pequeño mono exige. Se suele decir que una mascota no es sólo para Navidad, pero el pensamiento no debe terminar allí. El mono puede vivir, en función de su tipo, de veinticinco a cuarenta años. Cuando el mono es pequeño y lindo usted como propietario recibe admiración y observaciones relativas a la bolita de piel roja, entonces nada es muy complicado para el cuidado del niño. La simple idea de la separación traerá abundantes lágrimas. Sin embargo una vez que la pequeña bola de pelo ya no es tan pequeña, ha mordido a algún miembro de la familia o ha aterrorizado a los vecinos con una repentina aparición, entonces viene la idea de cómo deshacerse del mono.

No puedo contar el número de propietarios que he consolado cuando las lágrimas de despedida han sido demasiadas. Varias personas se han tomado su tiempo y han venido a ver el sitio y como es el manejo en el refugio antes de dejar el mono en mi cuidado, con lágrimas de sus ojos. Una señora, vino con su novio y me dijo que el novio le había dicho: “Soy yo o el mono.”

Los tiempos han cambiado. El precio de los alimentos y el mantenimiento ha aumentado increíblemente y yo, ya no puedo permitirme el costo del funcionamiento del refugio sin algo de ayuda. El número de monos ha aumentado a veinte. Estamos también al cuidado de siete monos capuchinos. Nunca fue nuestra intención de refugiar Capuchinos ya que sus necesidades son muy diferentes a los aulladores. Ellos necesitan una gran cantidad de cuidados adicionales porque con sus pequeños dedos diestros dan lugar a problemas de seguridad. La decisión del refugio de un número limitado de monos capuchinos ha sido en parte debido a la clausura de la instalación de ARFA. Pero cuando miro sus caras asustadas, no puedo rechazarlos. Creo que el aumento en el número de personas que deseen traer a sus monos aquí, ha sido causado por las personas que desean salir de Venezuela. En muchos casos han abandonado a sus mascotas en la calle. Tenemos dos bebés abandonados en las calles de Caracas a nuestro cuidado.

Una característica preocupante ha surgido. He sido muy feliz de que algunos propietarios vienen a visitar a sus monos, aunque, a veces esto implica viajes largos. Pero a medida que pasa el tiempo y el mono se hace mayor y sí, más grande, estas visitas gradualmente van disminuyendo hasta que cesan por completo. Yo en algún momento observo a algunos de nuestros monos mayores y, en particular los Alfas como Schatov ó Lucio y pienso, 'su casa o la mía ". ¿Cómo un propietario puede convivir con un mono enorme y feroz en la sala de su casa?

Gracias a Dios existe este refugio, mi tiempo, amor y dedicación, para tratar de que estos hermosos y olvidados monos, tengan el resto de sus vidas un hogar con seres de su misma especie, cuidados y bien alimentados.

No olviden que ellos están aquí y que necesitan de su colaboración para poder seguir viviendo.